Un matrimonio estaba dialogando sobre el derecho a vivir y a morir dignamente. La mujer decía que nadie puede disponer sobre la vida propia y menos sobre la de los otros.

El marido no estaba conforme con esa opinión y le dijo a la mujer:

“Cariño, si mi vida, por alguna circunstancia, tuviera que depender de unos aparatos y de unos líquidos, y yo estuviera en estado inconsciente... por favor, desenchufa todo y tira los frascos por la ventana. Para vivir así prefiero morirme...

Entonces la mujer se levantó de un salto, le dio un beso al marido y corriendo desenchufó el televisor, el DVD, el ordenador, el Ipod, el teléfono y la consola, cogió las botellas de whisky, de ron, de ginebra, de vodka y de cerveza y las tiró por la ventana...
Cuando volvió de nuevo a darle otro beso a su marido... se lo encontró muerto de un infarto...