Pocas, muy pocas deben de ser las máquinas construidas hace más de medio siglo que todavía prestan el servicio para el cual fueron concebidas. Hace ya 53 años que ceso la producción de los Hamilton 917. Se hicieron algo más de 210.000 en los 18 años durante los cuales se produjeron en la factoría de Lancaster, Pennsylvania. El mío salió de la Ciudad de la Rosa Roja en 1.949, el año en que Orwell publicó 1.984, Mao Zedong proclamó la República Popular China y el Viking I surcó los cielos, y desde entonces marca la hora.

Me confieso culpable de haber cambiado su aspecto externo, pero ahora las ruedas que llevan girando 61 años están a la vista, y permiten apreciar este pedacito de la historia de la relojería que late desde hoy en mi muñeca…


El poder hipnótico de la decoración del rochete es simplemente fascinante. ¿Por qué disfrutar hoy de un culo así siempre se cuenta en miles de euros?


No es fácil encontrar materiales para modificar un Hamilton 917 y convertirlo en un reloj de pulsera. Afortunadamente Javier (Epicuro 150) localizó la caja adecuada, de un tamaño perfecto. Estéticamente tiene un aire clásico que creo que es acorde con su corazón. La esfera recrea la de los relojes de la época, y es de una simplicidad que compensa tanto el bisel estriado como la corona de cebolla sobredimensionada.


Me permito llamaros la atención sobre las agujas. No he sabido encontrar agujas nuevas para este calibre, de manera que Javier ha adaptado las doradas originales, primero ajustando su tamaño, y después, consiguiendo exactamente el mismo tono de negro de los índices y los números de la esfera. Si el conjunto del trabajo de ensamblaje de este reloj es excelente, el que ha desarrollado con las agujas es excepcional.


Encontrar la correa ha sido fácil,… gracias a que se donde buscar,…


Bueno, pues en el cajón de las de 22 mm he encontrado una Hirsch Mobile, es de las Leonardo, es decir, que tiene extremos curvos, de manera que queda bastante ajustada a la caja.


Este es, por el momento, mi único reloj «Made in USA». Pero redondear la colección con otros calibres históricos de Hamilton es una idea tentadora…


Uno de los cajones de mi estudio ya acoge un buen número de partes de relojes de bolsillo, insisto en que es necesario conservar todos los elementos originales, de esta manera podemos disfrutar del reloj sin perder su valor como pieza histórica.