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Tema: Baselworld 2014: Rolex Oyster Sea-Dweller 4000 Ref. 116600

  1. #1
    Jordiher
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    Post Baselworld 2014: Rolex Oyster Sea-Dweller 4000 Ref. 116600

    La válvula de helio, clave de las profundidades

    Diseñado en 1967 y hermético hasta 610 metros, llegando hasta 1220 metros (4000 pies) a partir de 1978, el Sea-Dweller es el reloj de los pioneros de las profundidades: buceadores, exploradores de la hidrosfera, el espacio acuático que cubre en torno al 70% de nuestro planeta. Al igual que ellos, el Sea-Dweller ha tenido que adaptarse a las mezclas respiratorias artificiales diseñadas para las grandes presiones y compuestas por gases ligeros como el helio o el hidrógeno. Del mismo modo que ellos, ha tenido que someterse al largo proceso de descompresión durante el ascenso a la superficie con el fin de eliminar estos gases sin sufrir daños (el famoso y potencialmente fatal accidente de descompresión de los submarinistas). Con este fin, el Sea-Dweller inaugura en 1967 una importante innovación desarrollada y patentada por Rolex: la válvula de helio. Este ingenioso dispositivo de seguridad, incorporado en la caja del reloj, ha desempeñado un papel esencial en el desarrollo del buceo en grandes profundidades, cuyo máximo representante es, sin duda, la Comex. Su fundador y presidente, el pionero del buceo profundo Henri-Germain Delauze, declaraba acerca de su reloj predilecto: «Alguien que practica el buceo con hidrógeno no puede vivir sin su Rolex». Y añadía: «En el buceo, el tiempo es un dato vital. El timing de las operaciones, el cambio de mezclas gaseosas, la duración de las paradas de descompresión, la entrada o la salida de la torreta se realizan con una exactitud de segundos. Disponer de un reloj preciso, robusto y fiable es de vital importancia».

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    A la conquista de
    las profundidades


    Bajo presión

    Para comprender la importancia del Sea-Dweller hay que remontarse a los inicios de la conquista de las profundidades, a principios de la década de 1960. En aquella época el límite de inmersión submarina con aire comprimido se situaba en torno a los 60 metros de profundidad, fundamentalmente por razones fisiológicas. En efecto, a partir de esta profundidad el aire se convierte en tóxico a causa de la presión. El nitrógeno, que constituye cerca del 80% del aire natural, provoca un grave efecto narcótico, la famosa «borrachera de las profundidades», que hace perder la cabeza hasta a los submarinistas más expertos. A partir de los 66 metros, es el oxígeno el que se vuelve peligroso al causar hiperoxia, crisis neurológicas y pérdida del conocimiento.



    Por no hablar de un ascenso rápido a la superficie, que entraña el riesgo de sufrir un accidente de descompresión: permanecer cuarenta minutos a 60 metros de profundidad requiere de dos horas de lento ascenso marcado con numerosas paradas de descompresión que han de ser escrupulosamente respetadas para permitir que los gases inertes acumulados en el organismo se evacuen, con toda la problemática que conlleva disponer del aire suficiente para permanecer tanto tiempo bajo el agua. Estos tiempos de descompresión aumentan exponencialmente con la profundidad. Para rebasar los 60 metros, claramente era necesario hallar otras soluciones.
    Dichas soluciones se materializan a principios de la década de 1960 mediante dos innovaciones: el desarrollo de mezclas respiratorias alternativas para evitar los efectos tóxicos del aire y el concepto de buceo de saturación para minimizar el tiempo de descompresión y los riesgos asociados a él.

    Aire sintético

    Si el aire natural se vuelve tóxico bajo el efecto de la presión, ¿por qué no respirar otra cosa? Esta pregunta conduce al desarrollo de mezclas respiratorias sintéticas que abren el camino hacia las profundidades oceánicas. El aire natural está compuesto de, aproximadamente, 80% de nitrógeno y 20% de oxígeno, pero el organismo humano solamente metaboliza el oxígeno, lo que lo convierte en vital. Sin embargo, es el nitrógeno el responsable de la narcosis de las profundidades a partir de los 40 o 60 metros, en función del individuo. La investigación científica establece que la proporción de nitrógeno del aire puede sustituirse por helio, y que esta mezcla artificial helio-oxígeno (heliox) es respirable por los humanos sin causar problema fisiológico alguno y sin provocar narcosis bajo presión. Además, la toxicidad del oxígeno puede evitarse aumentando la proporción de helio en la mezcla. A partir de entonces, puede franquearse la barrera fisiológica de los 60 metros.

    Posteriormente se rebasarán otros límites, como el síndrome neurológico de alta presión, causado durante inmersiones prolongadas a más de 150 metros con heliox y superado mediante la utilización de diferentes cócteles gaseosos compuestos por cantidades variables de hidrógeno, oxígeno, helio y nitrógeno. La combinación de mezclas gaseosas específicas en determinadas etapas de la inmersión permite, desde comienzos de la década de 1960, aumentar más aún las profundidades alcanzadas y optimizar el tiempo de descompresión. En 1961 se lleva a cabo una inmersión en aguas abiertas a 222 metros de profundidad en el lago Mayor, en Suiza. Al año siguiente se alcanzan los 313 en el océano Pacífico, en California. Un récord que sorprende a toda la comunidad de submarinistas de la época y anuncia nuevos horizontes submarinos.





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    Los habitantes marinos

    Vivir bajo el agua:

    La profundidad no es la única aspiración de la conquista del universo submarino: la idea de poder permanecer de forma prolongada bajo el agua, o bien de habitar en el mar, ha alimentado desde siempre la imaginación humana. Los proyectos de viviendas bajo el mar lanzados durante los años 60 en Francia y Estados Unidos permitieron superar el segundo obstáculo de la exploración submarina: la descompresión. Por otro lado, estos programas recuerdan al nombre del reloj de buceo ultrarresistente diseñado por Rolex en aquella época: el Sea-Dweller, literalmente «habitante marino» en inglés. Problema fundamental del buceo, la descompresión limita de forma excepcional el tiempo útil bajo el agua en función de la profundidad y la duración.



    A modo de ejemplo, un submarinista que permanece quince minutos a 90 metros ha de llevar a cabo unas dos horas de descompresión para poder alcanzar la superficie sano y salvo. Y para diez minutos a 300 metros, teóricamente se necesitan más de 20 horas de descompresión.

    Consecuentemente, unos pocos minutos o algunos metros adicionales aumentan esta duración.


    Aquí el problema también es fisiológico y se denomina enfermedad de descompresión, condición que puede causar parálisis o incluso la muerte. Se debe al hecho de que, con la presión submarina, el cuerpo se transforma en una «botella de agua con gas», los gases bajo presión se disuelven en el agua y, como el cuerpo humano está compuesto por agua en aproximadamente un 65%, una parte de los gases respirados se diluye en la sangre y los tejidos. El efecto de un ascenso sin descompresión viene a ser como si se agitase con gran fuerza la botella y se abriese de golpe: el gas liberado forma burbujas explosivas que, en los tejidos humanos, pueden entrañar graves lesiones. Para eliminar el gas sin correr riesgos, hay que abrir la botella ligeramente, de forma pausada y en varias veces. Ese es el objetivo de las paradas de descompresión: permiten al cuerpo eliminar los gases disueltos de forma controlada.


    Buceo de saturación

    A mediados de la década de 1950, un descubrimiento crucial contribuye de forma decisiva al desarrollo del buceo profundo y de larga duración. Las experiencias demuestran que los tejidos humanos poseen una capacidad determinada de absorción de los gases bajo presión. Esto significa que a partir de un umbral de saturación del cuerpo en gas respiratorio, la duración de la descompresión no varía aunque un submarinista permanezca bajo el agua unas horas o unos días, semanas o incluso meses. Únicamente la profundidad y el tipo de gas respirado resultan determinantes para la descompresión. Este descubrimiento permite el desarrollo del «buceo de saturación», una técnica que consiste literalmente en saturar a los submarinistas y mantenerlos en un medio bajo presión durante períodos de larga duración, de modo que puedan efectuar numerosas inmersiones profundas sin tener que someterse más que a un solo proceso de descompresión al final de la misión. Entre las inmersiones, viven en un hábitat submarino, una especie de vivienda marina situada en el fondo, donde la presión del aire es igual a la del agua en esa profundidad. Los submarinistas respiran una mezcla gaseosa sintética de helio, tanto durante sus salidas como en el interior del hábitat. En 1965, un buceador estadounidense pasa de este modo 30 días bajo el océano, viviendo en un hábitat situado a 62 metros de profundidad.


    Durante su estancia submarina, los buceadores se aclimatan por completo a la presión de las profundidades al estar saturados de gas, de modo que solamente pueden regresar a la presión atmosférica de la superficie tras haber pasado por una larga fase de descompresión en una cámara hiperbárica, durante varias decenas de horas. Este proceso, inherente a la identidad de los «habitantes marinos», dio lugar al nacimiento de la función desarrollada en aquella época por Rolex para equipar su modelo de buceo ultrarresistente de nueva generación: una válvula de helio gracias a la cual el reloj puede descomprimirse también sin sufrir daños y dejar escapar el helio del que está saturado, al igual que los submarinistas que lo llevan.

    Un reloj ultrarresistente a la presión externa e interna

    Con el Oyster Perpetual Submariner, hermético hasta 100 metros, Rolex crea el arquetipo de reloj de buceo en 1953, en los inicios de la exploración submarina con escafandra autónoma. A partir de 1954, el Submariner duplica su hermeticidad hasta los 200 metros, lo que ofrece un confortable margen de seguridad para los submarinistas utilizando aire comprimido, que raramente se aventuraban a rebasar el fatídico límite de los 60 metros. Por su rendimiento y fiabilidad, este reloj se impone en la muñeca de los submarinistas de élite, una comunidad con la que Rolex mantiene estrechas relaciones para garantizar una continua mejora de sus productos. En 1962, la inmersión a 313 metros lograda en California evidencia la necesidad de una nueva generación de relojes de buceo capaces de resistir la presión de las grandes profundidades más allá de los 200 metros. Rolex, que en 1960 había enviado con éxito un reloj experimental sujeto al casco del batiscafo Trieste hasta una profundidad oceánica cercana a los 11.000 metros, posee la tecnología necesaria para reforzar la capacidad de su Submariner.


    En 1966, la Comex efectúa la primera inmersión industrial a 160 metros. La empresa francesa ha desarrollado una técnica de buceo de saturación comparable a la de los programas de viviendas submarinas, pero con hábitats hiperbáricos a bordo de buques, lo que permite intervenir en todos los lugares del mundo. Los submarinistas de saturación se transfieren a la profundidad de intervención bajo el agua mediante torretas, siempre bajo presión y, tras sus inmersiones, regresan al calor y la sequedad del hábitat hiperbárico a bordo de un buque de apoyo, hasta su descompresión al final de la misión. La Comex, que se perfila entonces como líder de la inmersión comercial profunda, alcanza los 300 metros a finales de la década. Rolex prevé dotar a su próximo reloj de buceo de una hermeticidad que alcance los 2000 pies, es decir, los 610 metros. Pero además de una resistencia añadida a la presión exterior del agua, que permite descender a mayor profundidad todavía, las experiencias de los submarinistas de saturación hacen surgir una nueva necesidad insospechada hasta entonces: una elevada resistencia del reloj a la presión interna.






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    La válvula de helio

    Una patente de Rolex

    En efecto, en los hábitats a presión llenos de gases respiratorios compuestos en gran parte por helio, los relojes utilizados por los submarinistas acaban comportándose como ellos: su caja se satura de helio, de modo que la presión interna del reloj se equilibra con la de su hábitat. Esto se debe a la naturaleza extremadamente volátil de este gas ligero, cuyas moléculas se encuentran entre las más pequeñas del mundo. Así, el helio se va infiltrando poco a poco en el reloj a través de las juntas de hermeticidad. Durante la descompresión de los submarinistas, la evacuación del helio de los tejidos humanos es más rápida que la capacidad del gas ligero para salir del reloj hermético, de modo que se forma una importante acumulación de presión en el interior de la caja. Así, los submarinistas en descompresión observan a menudo que el cristal de su reloj salta violentamente, como el corcho de una botella de champán, bajo el efecto de la presión. El reloj ha de poder descomprimirse también de su exceso de helio.
    En lugar de intentar hacer que el reloj sea hermético a este gas, misión prácticamente imposible, Rolex desarrolla una válvula unidireccional en el lateral de la caja que se activa automáticamente una vez rebasado un determinado umbral de presión interna con el fin de permitir que el gas escape de la caja manteniendo al mismo tiempo la hermeticidad del reloj. Patentada en 1967 por Rolex para su nuevo modelo de buceo profesional Oyster Perpetual Sea-Dweller, esta válvula de helio se convierte en indispensable para el desarrollo del buceo profundo de saturación. La Comex convierte rápidamente al Sea-Dweller en el reloj oficial de sus submarinistas, quienes no cesarán de rebasar una y otra vez los límites de la inmersión humana en grandes profundidades.
    Al récord en aguas abiertas establecido en 1988 de 534 metros, se une el alcanzado en 1992 en cámara hiperbárica, una profundidad experimental de 701 metros, seguido de 24 días de descompresión. Este récord no ha sido igualado hasta la fecha.

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    Sea-Dweller 4000

    El nuevo Oyster Perpetual

    En 2014, Rolex hace renacer esta leyenda del buceo profesional con una nueva versión actualizada del Oyster Perpetual Sea-Dweller 4000. Este modelo técnico, hermético hasta 1220 metros (4000 pies) y con un diámetro de 40 mm, está equipado con los últimos estándares de innovación de Rolex: disco de bisel Cerachrom de cerámica inalterable, visualización Chromalight con luminiscencia de larga duración, espiral Parachrom azul paramagnética, cierre de seguridad Oysterlock y sistema de extensión del brazalete Rolex Glidelock. Evidentemente, también está dotado de la función que le ha valido su fama: la válvula de helio.


    CAJA


    Oyster (carrura monobloque, fondo y corona enroscados), 40 mm

    MOVIMIENTO

    3135, Manufactura Rolex
    Movimiento mecánico de cuerda automática por rotor bidireccional Perpetual

    ESFERA

    Negra, acabado satinado

    BRAZALETE

    Oyster (3 eslabones), eslabones macizos

  2. #2
    Doctor Relojista Avatar de Rosso
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    6.274

    Predeterminado

    Cita Iniciado por Jordiher Ver mensaje
    La válvula de helio, clave de las profundidades

    Diseñado en 1967 y hermético hasta 610 metros, llegando hasta 1220 metros (4000 pies) a partir de 1978, el Sea-Dweller es el reloj de los pioneros de las profundidades: buceadores, exploradores de la hidrosfera, el espacio acuático que cubre en torno al 70% de nuestro planeta. Al igual que ellos, el Sea-Dweller ha tenido que adaptarse a las mezclas respiratorias artificiales diseñadas para las grandes presiones y compuestas por gases ligeros como el helio o el hidrógeno. Del mismo modo que ellos, ha tenido que someterse al largo proceso de descompresión durante el ascenso a la superficie con el fin de eliminar estos gases sin sufrir daños (el famoso y potencialmente fatal accidente de descompresión de los submarinistas). Con este fin, el Sea-Dweller inaugura en 1967 una importante innovación desarrollada y patentada por Rolex: la válvula de helio. Este ingenioso dispositivo de seguridad, incorporado en la caja del reloj, ha desempeñado un papel esencial en el desarrollo del buceo en grandes profundidades, cuyo máximo representante es, sin duda, la Comex. Su fundador y presidente, el pionero del buceo profundo Henri-Germain Delauze, declaraba acerca de su reloj predilecto: «Alguien que practica el buceo con hidrógeno no puede vivir sin su Rolex». Y añadía: «En el buceo, el tiempo es un dato vital. El timing de las operaciones, el cambio de mezclas gaseosas, la duración de las paradas de descompresión, la entrada o la salida de la torreta se realizan con una exactitud de segundos. Disponer de un reloj preciso, robusto y fiable es de vital importancia». <img src="http://www.relojistas.com/attachment.php?attachmentid=36826"/> <img src="http://www.relojistas.com/attachment.php?attachmentid=36827"/> A la conquista de las profundidades

    Bajo presión

    Para comprender la importancia del Sea-Dweller hay que remontarse a los inicios de la conquista de las profundidades, a principios de la década de 1960. En aquella época el límite de inmersión submarina con aire comprimido se situaba en torno a los 60 metros de profundidad, fundamentalmente por razones fisiológicas. En efecto, a partir de esta profundidad el aire se convierte en tóxico a causa de la presión. El nitrógeno, que constituye cerca del 80% del aire natural, provoca un grave efecto narcótico, la famosa «borrachera de las profundidades», que hace perder la cabeza hasta a los submarinistas más expertos. A partir de los 66 metros, es el oxígeno el que se vuelve peligroso al causar hiperoxia, crisis neurológicas y pérdida del conocimiento. Por no hablar de un ascenso rápido a la superficie, que entraña el riesgo de sufrir un accidente de descompresión: permanecer cuarenta minutos a 60 metros de profundidad requiere de dos horas de lento ascenso marcado con numerosas paradas de descompresión que han de ser escrupulosamente respetadas para permitir que los gases inertes acumulados en el organismo se evacuen, con toda la problemática que conlleva disponer del aire suficiente para permanecer tanto tiempo bajo el agua. Estos tiempos de descompresión aumentan exponencialmente con la profundidad. Para rebasar los 60 metros, claramente era necesario hallar otras soluciones. Dichas soluciones se materializan a principios de la década de 1960 mediante dos innovaciones: el desarrollo de mezclas respiratorias alternativas para evitar los efectos tóxicos del aire y el concepto de buceo de saturación para minimizar el tiempo de descompresión y los riesgos asociados a él. Aire sintético

    Si el aire natural se vuelve tóxico bajo el efecto de la presión, ¿por qué no respirar otra cosa? Esta pregunta conduce al desarrollo de mezclas respiratorias sintéticas que abren el camino hacia las profundidades oceánicas. El aire natural está compuesto de, aproximadamente, 80% de nitrógeno y 20% de oxígeno, pero el organismo humano solamente metaboliza el oxígeno, lo que lo convierte en vital. Sin embargo, es el nitrógeno el responsable de la narcosis de las profundidades a partir de los 40 o 60 metros, en función del individuo. La investigación científica establece que la proporción de nitrógeno del aire puede sustituirse por helio, y que esta mezcla artificial helio-oxígeno (heliox) es respirable por los humanos sin causar problema fisiológico alguno y sin provocar narcosis bajo presión. Además, la toxicidad del oxígeno puede evitarse aumentando la proporción de helio en la mezcla. A partir de entonces, puede franquearse la barrera fisiológica de los 60 metros. Posteriormente se rebasarán otros límites, como el síndrome neurológico de alta presión, causado durante inmersiones prolongadas a más de 150 metros con heliox y superado mediante la utilización de diferentes cócteles gaseosos compuestos por cantidades variables de hidrógeno, oxígeno, helio y nitrógeno. La combinación de mezclas gaseosas específicas en determinadas etapas de la inmersión permite, desde comienzos de la década de 1960, aumentar más aún las profundidades alcanzadas y optimizar el tiempo de descompresión. En 1961 se lleva a cabo una inmersión en aguas abiertas a 222 metros de profundidad en el lago Mayor, en Suiza. Al año siguiente se alcanzan los 313 en el océano Pacífico, en California. Un récord que sorprende a toda la comunidad de submarinistas de la época y anuncia nuevos horizontes submarinos. <img src="http://www.relojistas.com/attachment.php?attachmentid=36828"/> Los habitantes marinos

    Vivir bajo el agua:

    La profundidad no es la única aspiración de la conquista del universo submarino: la idea de poder permanecer de forma prolongada bajo el agua, o bien de habitar en el mar, ha alimentado desde siempre la imaginación humana. Los proyectos de viviendas bajo el mar lanzados durante los años 60 en Francia y Estados Unidos permitieron superar el segundo obstáculo de la exploración submarina: la descompresión. Por otro lado, estos programas recuerdan al nombre del reloj de buceo ultrarresistente diseñado por Rolex en aquella época: el Sea-Dweller, literalmente «habitante marino» en inglés. Problema fundamental del buceo, la descompresión limita de forma excepcional el tiempo útil bajo el agua en función de la profundidad y la duración. A modo de ejemplo, un submarinista que permanece quince minutos a 90 metros ha de llevar a cabo unas dos horas de descompresión para poder alcanzar la superficie sano y salvo. Y para diez minutos a 300 metros, teóricamente se necesitan más de 20 horas de descompresión. Consecuentemente, unos pocos minutos o algunos metros adicionales aumentan esta duración. Aquí el problema también es fisiológico y se denomina enfermedad de descompresión, condición que puede causar parálisis o incluso la muerte. Se debe al hecho de que, con la presión submarina, el cuerpo se transforma en una «botella de agua con gas», los gases bajo presión se disuelven en el agua y, como el cuerpo humano está compuesto por agua en aproximadamente un 65%, una parte de los gases respirados se diluye en la sangre y los tejidos. El efecto de un ascenso sin descompresión viene a ser como si se agitase con gran fuerza la botella y se abriese de golpe: el gas liberado forma burbujas explosivas que, en los tejidos humanos, pueden entrañar graves lesiones. Para eliminar el gas sin correr riesgos, hay que abrir la botella ligeramente, de forma pausada y en varias veces. Ese es el objetivo de las paradas de descompresión: permiten al cuerpo eliminar los gases disueltos de forma controlada. Buceo de saturación

    A mediados de la década de 1950, un descubrimiento crucial contribuye de forma decisiva al desarrollo del buceo profundo y de larga duración. Las experiencias demuestran que los tejidos humanos poseen una capacidad determinada de absorción de los gases bajo presión. Esto significa que a partir de un umbral de saturación del cuerpo en gas respiratorio, la duración de la descompresión no varía aunque un submarinista permanezca bajo el agua unas horas o unos días, semanas o incluso meses. Únicamente la profundidad y el tipo de gas respirado resultan determinantes para la descompresión. Este descubrimiento permite el desarrollo del «buceo de saturación», una técnica que consiste literalmente en saturar a los submarinistas y mantenerlos en un medio bajo presión durante períodos de larga duración, de modo que puedan efectuar numerosas inmersiones profundas sin tener que someterse más que a un solo proceso de descompresión al final de la misión. Entre las inmersiones, viven en un hábitat submarino, una especie de vivienda marina situada en el fondo, donde la presión del aire es igual a la del agua en esa profundidad. Los submarinistas respiran una mezcla gaseosa sintética de helio, tanto durante sus salidas como en el interior del hábitat. En 1965, un buceador estadounidense pasa de este modo 30 días bajo el océano, viviendo en un hábitat situado a 62 metros de profundidad. Durante su estancia submarina, los buceadores se aclimatan por completo a la presión de las profundidades al estar saturados de gas, de modo que solamente pueden regresar a la presión atmosférica de la superficie tras haber pasado por una larga fase de descompresión en una cámara hiperbárica, durante varias decenas de horas. Este proceso, inherente a la identidad de los «habitantes marinos», dio lugar al nacimiento de la función desarrollada en aquella época por Rolex para equipar su modelo de buceo ultrarresistente de nueva generación: una válvula de helio gracias a la cual el reloj puede descomprimirse también sin sufrir daños y dejar escapar el helio del que está saturado, al igual que los submarinistas que lo llevan. Un reloj ultrarresistente a la presión externa e interna

    Con el Oyster Perpetual Submariner, hermético hasta 100 metros, Rolex crea el arquetipo de reloj de buceo en 1953, en los inicios de la exploración submarina con escafandra autónoma. A partir de 1954, el Submariner duplica su hermeticidad hasta los 200 metros, lo que ofrece un confortable margen de seguridad para los submarinistas utilizando aire comprimido, que raramente se aventuraban a rebasar el fatídico límite de los 60 metros. Por su rendimiento y fiabilidad, este reloj se impone en la muñeca de los submarinistas de élite, una comunidad con la que Rolex mantiene estrechas relaciones para garantizar una continua mejora de sus productos. En 1962, la inmersión a 313 metros lograda en California evidencia la necesidad de una nueva generación de relojes de buceo capaces de resistir la presión de las grandes profundidades más allá de los 200 metros. Rolex, que en 1960 había enviado con éxito un reloj experimental sujeto al casco del batiscafo Trieste hasta una profundidad oceánica cercana a los 11.000 metros, posee la tecnología necesaria para reforzar la capacidad de su Submariner. En 1966, la Comex efectúa la primera inmersión industrial a 160 metros. La empresa francesa ha desarrollado una técnica de buceo de saturación comparable a la de los programas de viviendas submarinas, pero con hábitats hiperbáricos a bordo de buques, lo que permite intervenir en todos los lugares del mundo. Los submarinistas de saturación se transfieren a la profundidad de intervención bajo el agua mediante torretas, siempre bajo presión y, tras sus inmersiones, regresan al calor y la sequedad del hábitat hiperbárico a bordo de un buque de apoyo, hasta su descompresión al final de la misión. La Comex, que se perfila entonces como líder de la inmersión comercial profunda, alcanza los 300 metros a finales de la década. Rolex prevé dotar a su próximo reloj de buceo de una hermeticidad que alcance los 2000 pies, es decir, los 610 metros. Pero además de una resistencia añadida a la presión exterior del agua, que permite descender a mayor profundidad todavía, las experiencias de los submarinistas de saturación hacen surgir una nueva necesidad insospechada hasta entonces: una elevada resistencia del reloj a la presión interna. <img src="http://www.relojistas.com/attachment.php?attachmentid=36829"/> La válvula de helio

    Una patente de Rolex

    En efecto, en los hábitats a presión llenos de gases respiratorios compuestos en gran parte por helio, los relojes utilizados por los submarinistas acaban comportándose como ellos: su caja se satura de helio, de modo que la presión interna del reloj se equilibra con la de su hábitat. Esto se debe a la naturaleza extremadamente volátil de este gas ligero, cuyas moléculas se encuentran entre las más pequeñas del mundo. Así, el helio se va infiltrando poco a poco en el reloj a través de las juntas de hermeticidad. Durante la descompresión de los submarinistas, la evacuación del helio de los tejidos humanos es más rápida que la capacidad del gas ligero para salir del reloj hermético, de modo que se forma una importante acumulación de presión en el interior de la caja. Así, los submarinistas en descompresión observan a menudo que el cristal de su reloj salta violentamente, como el corcho de una botella de champán, bajo el efecto de la presión. El reloj ha de poder descomprimirse también de su exceso de helio. En lugar de intentar hacer que el reloj sea hermético a este gas, misión prácticamente imposible, Rolex desarrolla una válvula unidireccional en el lateral de la caja que se activa automáticamente una vez rebasado un determinado umbral de presión interna con el fin de permitir que el gas escape de la caja manteniendo al mismo tiempo la hermeticidad del reloj. Patentada en 1967 por Rolex para su nuevo modelo de buceo profesional Oyster Perpetual Sea-Dweller, esta válvula de helio se convierte en indispensable para el desarrollo del buceo profundo de saturación. La Comex convierte rápidamente al Sea-Dweller en el reloj oficial de sus submarinistas, quienes no cesarán de rebasar una y otra vez los límites de la inmersión humana en grandes profundidades. Al récord en aguas abiertas establecido en 1988 de 534 metros, se une el alcanzado en 1992 en cámara hiperbárica, una profundidad experimental de 701 metros, seguido de 24 días de descompresión. Este récord no ha sido igualado hasta la fecha. <img src="http://www.relojistas.com/attachment.php?attachmentid=36830"/> Sea-Dweller 4000

    El nuevo Oyster Perpetual

    En 2014, Rolex hace renacer esta leyenda del buceo profesional con una nueva versión actualizada del Oyster Perpetual Sea-Dweller 4000. Este modelo técnico, hermético hasta 1220 metros (4000 pies) y con un diámetro de 40 mm, está equipado con los últimos estándares de innovación de Rolex: disco de bisel Cerachrom de cerámica inalterable, visualización Chromalight con luminiscencia de larga duración, espiral Parachrom azul paramagnética, cierre de seguridad Oysterlock y sistema de extensión del brazalete Rolex Glidelock. Evidentemente, también está dotado de la función que le ha valido su fama: la válvula de helio. CAJA Oyster (carrura monobloque, fondo y corona enroscados), 40 mm MOVIMIENTO 3135, Manufactura Rolex Movimiento mecánico de cuerda automática por rotor bidireccional Perpetual ESFERA Negra, acabado satinado BRAZALETE Oyster (3 eslabones), eslabones macizos
    Muchas gracias jordi!!!

    Me parece un acierto enorme el que vuelva a entrar en el catálogo. El cristal grueso le da un aspecto fantástico. Me gusta.

  3. #3
    Experto Avatar de Guancho
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    Jordi, menúa tostá has soltado, gachón. Se la va a leer mirmana.
    Estaba claro que el salto entre el Sub y el aparato demoníaco era demasiado grande. Coincido con Rosso, un acierto ¿Las asas son iguales o se han dado cuenta y han rectificado tipo Explorer II?

  4. #4
    Experto Avatar de Guancho
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    Con esta pieza, Rolex ofrece cinco referencias de modelos de buceo. A la cabeza del mercado. No podía ser de otro modo.

  5. #5
    Jordiher
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    Jordi, menúa tostá has soltado, gachón. Se la va a leer mirmana.
    Estaba claro que el salto entre el Sub y el aparato demoníaco era demasiado grande. Coincido con Rosso, un acierto ¿Las asas son iguales o se han dado cuenta y han rectificado tipo Explorer II?

  6. #6
    Jordiher
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    Post Video 2014: Rolex Oyster Sea-Dweller 4000 Ref. 116600


  7. #7
    Doctor Relojista Avatar de davozs
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  8. #8
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    Jordi, menúa tostá has soltado, gachón. Se la va a leer mirmana.
    Estaba claro que el salto entre el Sub y el aparato demoníaco era demasiado grande. Coincido con Rosso, un acierto ¿Las asas son iguales o se han dado cuenta y han rectificado tipo Explorer II?
    Pues me da que si Guancho, una caja muy bonita, más estilizada y una salida del brazalete un poco más larga. La caja también es más ancha, es fantástico. Ahora a esperar a tenerlo en la mano y que se trabaje con descuentos razonables. Quien sabe si algún día de estos vendo el sub cerámico y pillo uno de estos...

  9. #9
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    A la espera quedo de confirmación de la "estructura arquitectónica"

  10. #10
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    ¡Joé Alberto!... y yo que creía que solamente leías el subforo Rolex...

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