Fue en verano de 2009, en una de esas discretas exploraciones que imagino que todos los locos de los relojes hacemos a las muñecas ajenas. El flechazo fue inmediato, tuve claro que iba a tener uno, pero lo mejor en estos casos no es buscar el reloj, es dejar que él te encuentre.

Recuerdo que el primero que me encontró estaba en un escaparate madrileño, pero con una etiqueta de 4 cifras colgando... Vi algún otro a mejor precio, pero todavía fuera de mi alcance,... Pero eso no me hizo resignar, y no coloqué el Omega Constellation «Pie Pan» entre mis sueños inalcanzables,… e hice bien.

Hice bien porque, sin que supiera de mi deseo hacia ese mítico Omega, un día Germán me ofreció como compensación a un cambio un calibre de cronometro certificado Omega 561, este:


Alguien había rechazado ese calibre para poner una maquinaria de cuarzo en la caja, de manera que me apresuré a adoptar al pobre calibre desahuciado. Era verano de 2009…


Cuando lo tuve en mis manos dediqué unos ratos a buscar información sobre el movimiento diseñado por Marc Colomb, y, confirmando mi convicción de que es el reloj el que debe de encontrarte a ti, vi claramente que lo que había llegado a mis manos era el corazón de mi futuro Omega «Pie Pan».

Así que me puse a buscar el cuerpo, la cara, las manos,... porque claro, no sólo de movimiento vive el adicto a los relojes.

La primera decepción vino cuando en Otto Frei supe no sólo que la esfera que buscaba está agotada, es que ni tan siquiera saben si van a tener en el futuro «SOLD OUT, NOT SURE IF WE CAN GET MORE» se sigue leyendo bajo la imagen de la esfera del reloj de mis sueños.

Luego, descubrí en algún foro en los que quemé las pestañas buscando información, que Omega sólo sirve esferas «Pie Pan» si le mandas la vieja, o el logo de una esfera vieja,... páginas y más páginas, mira que algunos tienen esferas, como el australiano este.

Insistí en todas partes hasta dar con Phong. Resulta que Phong, allá en Scottsdale, Arizona, tiene esferas, cajas y lo que podáis llegar a desear de y/o para las grandes marcas, y además personaliza todo tipo de relojes,... vamos la casita de caramelo. Pong es, también, un tipo amable, y me contestó enseguida el correo que le mandé preguntado si tenía caja, esfera y agujas para mi 561. Lo que pasa es que me contestó que debía mirarlo, porque no recordaba que le quedara ninguno...

Pasaron algunos días hasta que me dijo que si, que tenía casi todo lo que necesitaba, y a finales de agosto de 2009 salieron de Scottsdale, Arizona, las fornituras que convertían mi «Pie Pan» en algo casi tangible, poco pensaba en ese momento en que pasarían meses antes de poder disfrutar el reloj…

A principios de septiembre el paquete llegó a mis manos. Cuando lo abrí encontré una nota de Phong en la que me decía que era su último set para 561, lo cual me hacía sentir especialmente afortunado,...


Tenía el calibre, la caja, la caja, las agujas,… pero faltaban componentes. Javier me consiguió una tija, pero cierto problema con el eje del segundero y la falta de esquemas del calibre hicieron que desistiera de un ensamblaje amateur, así que busqué un profesional,…

… pero no lo encontré, encontré a un individuo que decía serlo,… que consiguió prolongar el proceso. En lugar de la corona original colocó otra, no fijó bien la esfera, no fijo el calibre a la caja,… Aciago recuerdo.

El paréntesis no contribuyo a mantener mi fe en el final feliz del proyecto. A pesar de encontrar la corona adecuada, el incompleto «Pie Pan» quedó en un rincón de mi mesa,… hasta que encontré a un profesional, a uno de verdad… a Manel Alabart.

Manel es, simultáneamente, un excelente relojero y un enamorado de los relojes y de su oficio. El profesional que nos gusta a los aficionados, porque entiende nuestra locura. Él es quien, en sólo unos días, ha dejado mi Omega Constellation haciendo honor a la leyenda de su esfera: Chronometer Officially Certified


0 segundos de variación si está plano y 2 de adelanto boca abajo, que se compensan con los 3 que retrasa en la tercera posición. Yo no soy un obseso de la precisión, pero reconozco que tiene su encanto que la efigie del observatorio de Neuchâtel esté plenamente justificada en la trasera del reloj.


Pero, para mi, el encanto del «Pie Pan» es fundamentalmente estético. Es un reloj elegante, distinto a todos…


Acostumbrado como estoy a usar relojes con cajas de 47 mm, el tamaño del Omega resulta contenido, pero lo cierto es que la elegancia que hace casi un año me conquistó se revela plenamente en su escaso diámetro


Mi Omega es el claro ejemplo de la globalización relojera. El calibre me llegó desde Tenerife, la caja y la esfera de Estados Unidos (pero el vendedor me contó que las había comprado en Singapur). También compré en USA la tija. La corona llegó desde Hong Kong, donde también compré la hebilla. La correa la compré en Australia. He pretendido cuidar los detalles...


Hablando de detalles, como tengo el privilegio de que comprendan mi pasión relojera,... pues en su día me regalaron el contenedor idóneo