El pasado lunes 11 de octubre tuvimos la enorme suerte de que Germán Gil, relojero malagueño al frente de Relojería Gil, con más de 100 años de tradición e historia, pudiera abrir el Le Grand y analizar cada aspecto del prototipo.




La idea era que un relojero experimentado y acostumbrado a reparar relojes de alta gama diseccionara el modelo para aportar ideas para su mejora.




Lo primero que llamó la atención de Germán fue la solidez, el peso de la unidad y el acabado pulido del perfil del bisel.




Tras abrir la trasera se pudo comprobar que es un pesado disco de acero macizo de una sola pieza troquelado en su parte exterior con el logo y los relieves.




Un detalle fue comprobar la doble junta de goma de 0,8mm de diámetro que garantiza una estanqueidad perfecta.




La máquina es una ETASA 2824 de fabricación suiza.

La válvula automática va roscada a la caja, lo que garantiza su fácil extracción para su sustitución o para un pulido de la caja.




Un aspecto que Germán nos dijo que nuestro fabricante tenía que mejorar era la bata, de una calidad que no se encuentra a la altura del resto del conjunto. Tras hablar con el fabricante, este va a sustituir la bata por otra completamente distinta de mucha más calidad.




Las partes más novedosas del reloj son el bisel de zafiro irrayable de 1,10mm de grosor y el conjunto formado por la corona y su tubo.

La corona cuenta en su parte interior con una junta de goma que se comprime con el borde del tubo cuando la primera está enroscada sobre el último.

El tubo, a su vez, lleva tres juntas de goma, una en su parte exterior y dos en su parte interior.

La finalidad de la goma exterior es sellar la corona al tubo cuando esta está enroscada. Es la primera protección del conjunto frente a la presión del agua.

Las dos juntas alojadas dentro del tubo “sellan” la tija al interior del mismo. Estas juntas impiden la entrada de cualquier elemento al interior de la caja a través del tubo.




La prueba de hermeticidad se realizaron en una Elma Leak Controller 2000. Esta máquina trabaja generando un vacío en el interior de la campana y midiendo la deformación que sufre el cristal del reloj, pudiendo un dispositivo registrar variaciones de una milésima de milímetro.

La prueba se centró en la hermeticidad del Le Grand con la corona desenroscada. La finalidad era averiguar cuánta presión negativa podía soportar la pieza. La prueba acaba cuando la corona salta del tubo a gran velocidad y choca contra la campana. En ese momento el reloj no es capaz de compensar la presión negativa del exterior con respecto a la del interior y el escape brusco del aire hace que la corona salga disparada.

Después de cinco minutos realizando varias pruebas con la corona cada vez más sacada, la corona nunca saltó del tubo. Un éxito del reloj y una sorpresa para todos los que estábamos allí.























































Esto fue en resumen lo que sucedió en la visita al taller de la Relojería Gil. Agradecemos a Germán su tiempo y sus consejos de experto para mejorar el Le Grand.