Según el diccionario de la Real Academia Española (RAE), el minimalismo es una corriente artística que utiliza elementos mínimos y básicos, como colores puros, formas geométricas simples, materiales naturales,... Los «ready-made» de Duchamp fueron los primeros elementos, junto con las obras de Reinhardt, en ser cualificados de «minimalistas» por el filósofo británico Richard Wollheim, en 1965. Minimalista describe desde entonces cualquier cosa que haya sido reducida a lo esencial, despojada de elementos sobrantes. Tal vez en castellano correcto debería hablarse de «minimismo», pero se ha impuesto la transliteración del inglés.

Cuando Duchamp había consolidado su éxito, y el Pompidou acogía su primera antológica, en 1977, mr. Moody se acercó a la relojería de John Mason, en Retford, para comprar su nuevo reloj. Mr. Moody, sin que sepamos porque, compró un reloj mecánico cuando Japón consolidaba la invasión del mundo con relojes de cuarzo. Mientras los fabricantes suizos veían desmoronarse su negocio, en Retford vendían, no sólo un reloj mecánico suizo,... ¡un reloj mecánico suizo de bolsillo!


Un reloj de bolsillo que se ha mantenido razonablemente hasta que ha llegado a mis manos, para que su calibre sirva de soporte a un conjunto de inspiración minimalista.



Para hacer honor a la filosofía estética de la pieza, el sello grabado en un de sus puentes, que permite conocer su origen es prácticamente inapreciable a simple vista.


El número de série confirma la condición de setentero del reloj, salido de su manufactura el mismo año en el que se creó el Contrôle Officiel Suisse des Chronomètres... Cuando una de las grandes marcas de la relojería la que firma un calibre como el Unitas, éste deviene excepcional. Tras ser aceitado por Javier, el Omega 960 hace honor al año en el que fue producido, hace más de un tercio de siglo.


Tal vez alguien crea que es atrevido y pretencioso llamarle «ready-made», pero lo cierto es que, a pesar de no haber sido creado como objeto artístico, verlo produce sensaciones muy similares a las que causa contemplar lo que convencionalmente consideramos arte.


Tres agujas. Una de ellas sólo es útil para saber que las otras dos se están moviendo al ritmo que les corresponde.


Para fijarlo a la muñeca la correa más simple que uno pueda imaginar. Piel negra, sin repuntes, sin exotismos. 22 mm de ancho al principio y al final de la correa. Paralela negra perfecta asida al circulo de acero que envuelve una de las esferas más límpias que jamás se haya visto,... pero tal vez sea yo el único que aprecie cualidades artísticas...