Yo tuve una sensación increíble la primera vez que vi Saturno y sus lunas.

Era una noche de verano y estaba con mi telescopio cuando al fin conseguí localizarlo y poder ver el color anaranjado de su superficie. Fue una sensación especial, como si no pudiera ser verdad que estuviera viendo algo tan lejano, y que parecía tan cercano a la vez.

La astronomía es algo que me ha apasionado desde pequeño, y cuando veo cosas así puedo pasarme horas soñando con ello.